5 razones neurológicas para mantener la boca cerrada

¿Qué civilizaciones dan gran importancia a la paz y la calma?

La cultura en cuestión no es occidental, eso está claro. Las culturas asiática y nórdica valoran más la calma que cualquier otra…

Puede ser un silencio que sea a la vez íntimo y sanador, pero también un silencio que resulte cómodo en un contexto social. La ausencia total de sonido.

En muchas sociedades occidentales no existe un tiempo designado para la reflexión silenciosa. Esto se debe en parte a nuestros altos niveles de actividad social; Estados Unidos ocupa el quinto lugar, después de Nueva Zelanda, Australia, Canadá y el Reino Unido.

Nos gusta mantener la conversación. Además, no estamos socializados para sentirnos cómodos ni siquiera con pausas involuntarias en la conversación.

Parece que vamos a ver la televisión ahora mismo. Enciende la radio. Tenemos algunas canciones sonando en este momento. Desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos no dejamos de hablar. (Y si no puede controlarse y descubre que no puede dejar de hablar, es posible que sienta dolor y malestar en la mandíbula).

El silencio es muy valorado en el taoísmo y otras filosofías orientales y contemplativas.

El que sabe no habla y el que habla no sabe, según el Daodejing. Según la misma obra, el gurú «no hace nada, sólo instruye sin palabras».

El cerebro, como todos sabemos, odia el ruido. Sin embargo, el cerebro también se beneficia al hablar menos y escuchar más.

Al menos cinco factores lo explican… pero aquí sólo discutiremos cinco.

La nueva información se metaboliza en el cerebro.

La actividad mental es considerable, incluso cuando la gente está en silencio. La mente es capaz de realizar introspección durante los períodos de «descanso». En lugar de centrarse en desarrollar un sentido de quién eres, o incluso reconocer quién eres, este enfoque pone el énfasis en los demás.

No podemos decidir quiénes somos; más bien, podemos clasificar los datos que hemos recopilado a lo largo de nuestra conversación consciente.

Cuando silencias tu boca, tu cerebro queda libre para concentrarse en la tarea de organizar y procesar tus emociones e ideas. Su cerebro transmitirá estas señales a varios lugares de almacenamiento, donde se guardarán de forma segura hasta que las necesite.

No te preocuparás por lo que puedas decir.

Cuando estás balbuceando constantemente, es fácil decir:

  1. Para ser claro, no pretendo…
  2. No lo he pensado todavía.
  3. Después de pensar un poco más, te das cuenta de que esto no representa exactamente tu posición.

Es decir, cuantas menos palabras uses, más peso tendrán.

Es muy recomendable dedicar más tiempo a pensar y menos a hablar. De hecho, no hablar requiere menos esfuerzo por parte del cerebro, es decir, del lóbulo temporal (y de la corteza prefrontal dorsolateral si estás hablando con alguien con quien no te sientes cómodo).

En otras palabras, el lenguaje figurado fomenta el desarrollo de ideas más matizadas.

Tu sistema nervioso genera nuevas neuronas.

Según un estudio de 2013, dos horas de silencio al día (durante las cuales los participantes no hablaban) favorecen la regeneración de las células del hipocampo.

Nuestra capacidad para recordar, sentir y aprender proviene de un área específica del cerebro.

Las enfermedades cerebrales degenerativas, en las que las neuronas no se desarrollan tanto como en los cerebros neurotípicos, podrían beneficiarse enormemente de la práctica del silencio.

Los cerebros con un mayor número de neuronas tienden a adaptarse mejor a la nueva información, tienen mayores capacidades cognitivas y les resulta más fácil aprender cosas nuevas.

Piensas más detenidamente.

Las personas que no participan activamente en la conversación no prestan atención o simplemente están equivocadas.

La era de la información está sobre nosotros. Así, por primera vez en la historia de la humanidad, es posible concebir una idea y difundirla simultáneamente por todo el planeta. No hay oportunidad para la introspección, la investigación, la conciencia situacional, la reformulación, etc.

Al prestar más atención a tus palabras, aumentas tus capacidades cognitivas.

Extraes de tus recuerdos, noticias, tendencias, educación, experiencia, empatía, etc. Diferentes partes del cerebro son responsables de cada una de estas actividades.

La gratitud es más importante que el deseo.

En general, ¿de qué estás hablando? ¿Qué sale de tu boca en movimiento? ¿Por qué sentimos la necesidad de un contacto constante?

Lo que todas nuestras palabras tienen en común en su base…

Tener un deseo. Actualmente, intentamos expresar nuestros deseos y necesidades a través de palabras. Qué queremos comer, cuándo queremos comerlo, qué queremos hacer la próxima semana, qué esperamos que haya pasado en esta reunión, qué queremos que hagas por nosotros, qué queremos ver en la televisión, qué queremos hacer. una vez que vayamos al gimnasio, y cómo debería transcurrir el resto de la noche…

Si nos quedamos callados un rato, no nos quedará más remedio que contentarnos con el lugar donde nos encontramos. Allí aprendemos a conformarnos con menos.